16 febrero, 2007

Caminos truncados













Cuan enorme es la distancia entre dos mundos cercanos. Cicatrices de batallas que en su momento casi nos arrancan el alma manchan posibles reinados, desterrándonos así de lo que pudo ser nuestro.

La insensibilidad toma un rostro y las miradas se pierden en mundos sin accesos que derrumban fantasías, sin saber que con esa careta sólo impedimos que lleguen veranos.

Sabemos de antemano que si no regamos las flores nuestro jardín se convierte en sequía, pero resistimos pensando en conservarnos intactos mientras las manos que se extienden en nuestro entorno se cansan de dar.

Llegamos a conclusiones tan vacías como el beso de un Judas cualquiera. Más sin embargo en nosotros está la respuesta. Brillamos como estrella o nos apagamos como la más oscura de las noches.